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María Jesús Morales Serrano
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Una experiencia horrible. Pregunté por teléfono porque quería mejorar mi rutina de cuidado facial y capilar, me dijeron que ofrecían ambos servicios. Cuando llego, me dice que no puede aconsejarme nada para el cabello, le enseñé el champú que usaba y lo tuve que guardar porque me dijo rápidamente que ella no entendía de eso. Luego me recetó unas cremas que eran LAS MISMAS que las que yo me estaba aplicando, pero cambiándome una por otra similar de otra marca pero con los mismos ingredientes activos. Le dije que yo había estudiado estética integral y que esperaba algo mejor, al menos un tratamiento y evaluación más profesional, me mandó una rutina igual que la que tenía y que parecía ser su "sota, caballo y rey" que le manda a adolescentes con acné, sin personalizar el tratamiento. Yo tengo 22 años, tengo piel muy grasa, acné leve, poros muy abiertos y manifiesto los primeros signos de edad por haber sometido mi piel a estrés durante años. Pero ella ni se molestó en preguntar sobre mis hábitos, cosa que se suele hacer en un diagnóstico inicial. Parecía querer despacharme rápido, que tenía prisa, pero me estaban cobrando bien cara la consulta. Mi rutina de cuidados anterior incluía principios activos seborreguladores, pero era insuficiente y acudí para mejorarla con su consejo profesional. No me preguntó mi edad, no me exploró la piel ni me ofreció una solución, me mandó una rutina similar a la que tenía (si me fuese bien mi anterior rutina, no habría acudido a un dermatólogo) . Fui una segunda vez, porque le dije que mi piel no estaba bien. No me miró siquiera la piel, no usó en ningún momento equipo de diagnóstico, ni palpación, ni exploración de ningún tipo, me dió a entender que todo estaba en mi cabeza y que la solución para mi piel grasa es aplicar las mismas cremas y simplemente no explotarme los granos. Claro, y el exceso de sebo, los poros abiertos y las arrugas iban a desaparecer por arte de magia. Soy esteticista, acudí a un dermatológo profesional para que me ofrecieran algo que no pudiera ofrecer yo misma, y salí con las manos vacías, y también la cartera, que la sesión es muy cara para no ofrecerme ninguna solución a mis problemas que le planteé. Un robo en toda regla. Además, la segunda vez fui con mi madre para buscar asesoramiento y corregirse las arrugas, y le ofreció muy pocas soluciones, diciéndole en todo momento que su rostro está bien (rostro muy graso con posos muy abiertos y arrugas pronunciadas). Daba la impresión de que tampoco sabía resolver su caso, o que no le apetecía. No le dio apenas soluciones, mientras que en otro dermatólogo le han ofrecido varias, informándole de varios tipos de tratamiento. Por suerte, su consulta de información fue gratuita, porque de nuevo nos fuimos con las manos vacías.